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El hombre se desentiende de Dios cuando, llevado de un rela– tivismo fácil, se constituye a sí mismo en centro y norma del orden moral, con un concepto totalitario de su propia autono– mía. No es sólo un desentendimiento teórico de Dios. Es una rebeldía trágica que rechaza a Dios y todo el ámbito del mundo del espíritu. La técnica ha desbancado a la metafísica. «Una cultura intencionadamente antimetafísica pro– duce, lógicamente, una sociedad agnóstica y neopagana, a pesar de los esfuerzos encomiables de personas ho– nestas y preocupadas por el destino de la humanidad. El cristiano se encuentra hoy en una lucha continua; tam– bién él se convierte en 'signo de contradicción' por las opciones que debe realizar» 1 . Esta sociedad «neopagana» es agresivamente materia– lista. No se valora al hombre por lo que «es», sino por lo que tiene. No se cotiza más que lo rentable en todos los órdenes de la vida. El laboratorio, con sus datos de experiencia y sus resul– tados, ocupa el sitial de honor, reservado hasta hace poco a las ciencias del espíritu. INTEGRISMO, PROGRESISMO ¿Cuál es la actitud de la Iglesia en este mundo maravi– lloso y contradictorio? ¿Cuáles son sus criterios de acción? La Iglesia no puede retrasarse, porque va uncida al carro de la historia, y a éste le han nacido alas fuertes y poderosas que llevan la velocidad hasta el vértigo. La Iglesia tiene que pisar el acelerador para llegar a tiempo a esta «hora so– lemne» del mundo, para saber interpretar la vida en el len– guaje de hoy, para que los avances técnicos encuentren un contrapeso en el desarrollo de la conciencia moral del hom– bre, para dar un testimonio, fácilmente comprensible y sin- 1 La identidad del cristiano. Homilía en Nuestra Señora de las Gracias (l/IX/1979). 200
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