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de recuperar el impulso generoso en la respuesta a su lla– mada y en la acogida de esta consigna de sus labios: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Me 16,15). En ésta es la misión esencial del sacerdote. Es el anunciador de la Palabra de Dios, como resonó por úl– timo y de modo definitivo en Jesucristo. Es la palabra del amor de Dios a todos los hombres llamados por El a for– mar una sola familia, palabra que pide ser traducida en acciones concretas y también en instituciones sociales nuevas y mejores. Pero estas consecuencias sociales inno– vadoras no será de ordinario el sacerdote quien las sa– que, pues esta tarea constituye la misión propia de los laicos» (cf. Lumen gentium 31; Apostolicam actuositatem 7; Ad gentes 21) 3 • La misión del sacerdote es directa y expresamente espiri– tual. Es un consagrado a los intereses del Reino. Es un «en– viado» a predicar el mensaje de salvación: «Renunciar a la proclamación explícita del para dedicarse a tareas socio-profesionales sería mutilar el ideal apostólico y sacerdotal. Añadiré que el servicio de los sacramentos forma siempre parte integrante del sa– cerdocio ministerial, y que los cristianos que lo solicitan tienen necesidad de ser escuchados, comprendidos, ilus– trados sobre el verdadero sentido de su petición. No po– dría resignarse un sacerdote a convertirse en un funciona– rio autoritario y hastiado, olvidando que los sacramentos y todos los actos litúrgicos no sólo son signos eficaces de la fe, sino, tanto para quienes los dan como para los que los reciben, llamadas a orar y amar mejor» 4 • El papa Juan Pablo recuerda a los obispos, en Benín, el sentido estrictamente espiritual de su misión, en una visión amplia y exigente del ministerio: «Permaneciendo siempre dentro de vuestra misión úni– camente espiritual, manteneos, finalmente, muy atentos a los problemas humanos, morales, que tan agudamente se plantean en la sociedad actual, y formad a los laicos para 3 Presentar la luz de Cristo a los hombres de ahora. A sacerdotes y reli– giosos de Bo!onia (18/IV/1982), p.153. 4 El sacerdote. A los sacerdotes, misioneros y religiosos en la catedral de Libreville, Gabón (17/II/1982), p.72. 20

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