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ficío eucarístico--; como satisfacción «condigna» por los pecados de todos los hombres -sacrificio satisfac– torio--; por el oscurecimiento de la verdad total del Pan y del Vino, por la interpretación horizontal del «comer y beber», por la atenuación de la presencia real, verda– dera y sustancial de Cristo en la Eucaristía; por la desvinculación dudosa entre el sacramento de la reconciliación y el de la Eucaristía; porque, dentro de nuestro grupo, hubo quienes juz– garon «duras» las palabras del Maestro y lo abando– naron. Y ahora «arde el corazón por dentro». Hay que poner «bien de relieve» la doctrina verdadera en toda su integridad, la enseñada, meditada y vivida desde siempre en la Iglesia. El Papa viene a «confirmarnos en la fe», dando relieve a la Eucaristía como sacrificio de Cristo, que ha entregado su cuerpo y derramado su sangre para quitar el pecado del mundo -todo pecado, la pecaminosidad en todas sus formas, el mal del mundo hostil a Cristo (Jn 1,29)-, y que está vinculada a la pasión y resurrección de Cristo. La Euca– ristía no sólo «conmemora» y «celebra», sino que «renueva» el sacrificio de la cruz. <,Renovar» quiere decir que este sa– crificio se nos hace presente en cada acción eucarística» 3 • 3 Ibid. «En efecto, en este sacramento se renueva continua– mente, por voluntad de Cristo, el _misterio del sacrificio que El hizo de sí mismo al Padre sobre el altar de la cruz: sacrificio que el Padre aceptó... ... Nos unimos a Cristo, pero nos unimos siempre por medio del acto redentor de su sacrificio, por medio del cual nos ha redimido, de tal forma que hemos sido 'com– prados a precio' ... » «La Eucaristía la construye (a la Iglesia) y la regenera a base del sacrificio de Cristo mismo, porque conmemora su muerte en la cruz, con cuyo precio hemos sido redi– midos por El. Por esto, en la Eucaristía tocamos en cierta manera el misterio mismo del cuerpo y de la san– gre del Señor. como atestiguan las mismas palabras en el momento de la institución, las cuales, en virtud de ésta, 191