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LA UCARISTIA ,,Se comprende por la fe que la sagrada Eucaristía constituye el don mús grande que Cristo ha ofrecido y ofrece permanentemente a su Esposa. Es la raíz y cumbre de la vida cristiana y de toda la acción de la Iglesia. Es nuestro mayor tesoro que contiene 'todo el bien espiritual de la Iglesia' (Presbyterorum ordinis 5). Ella debe cuidar celosamente cuanto se re– fiere a este misterio y afirmarlo en su integri– dad, como punto central y prueba de aquella autélllica renovación espiritual propuesta por el último Concilio". JUAN PABLO II, Alocución durante el acto eucarístico de la Adoración Nocturna Espa- 110/a, en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, de Madrid. Ya hemos dedicado un extenso capítulo a la Eucaristía como «razón de ser» de toda la existencia sacerdotal. La identidad sacerdotal se hace sustantiva por su configuración eucarística. La Eucaristía forma la estructura mental y el ordo amoris del sacerdote hasta los detalles más significa– tivos. Y como el amor es difusivo, el sacerdote tiene que ha– blar a los hermanos del más grande, puro y bello amor de su vida. Habría que repetir con San Agustín: «Dadme un amante y me entenderá». Conviene recordar el contexto: seguimos la dinámica de la Redención. Se trata de forjar al hombre «nuevo», redi– mido por Cristo, de fortalecer las bases de la «construcción de la Iglesia», mediante el binomio evangelización-sacra– mentalización. En este proceso llegamos a la cumbre más alta: la Eucaristía. Todo se renueva, todo se hace «nuevo» por la Eucaristía: la Iglesia, el hombre redimido, la visión del mundo, la actividad pastoral. El papa Juan Pablo comienza sus orientaciones con un toque de atención. Es un tema en el que se decide el ser o no ser del mismo Evangelio, porque afecta directamente al 189
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