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esta confesión personal de las faltas graves seguida de la absolución individual, que siendo primeramente una exigen– cia de orden dogmático, es también un proceso liberador y educador, puesto que permite a cada uno orientar concreta– mente de nuevo su vida hacía Dios. En efecto, el cristiano no existe solamente como miembro de la comunidad: es una persona individual, con sus tendencias y problemas, su ambiente y su psiquismo propios, sus tentaciones y sus caídas, su conciem:ia y su responsabilidad ante Dios y ante sus hermanos... » b 15 !bid. 188

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