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ID D SA DOTAL «Vuestra entrega debe ir marcada por este compromiso total. El 'sí' del sacerdote se da una vez por todas, aunque se renueva todos los días, y tiene su modelo en el 'sí' pronun– ciado por Cristo mismo» (cf. 2 Cor 1,18-19; Heb 10,7). JUAN PABLO II, Mensaje a los seminaristas de España, firmado en Valencia. ¿ Qué es el sacerdote para Juan Pablo II? ¿ Qué caracteres tipifican su fisonomía como persona y en su proyección hacia los hermanos? ¿Cómo se realiza su destino personal en todo el ámbito de su vocación? ¿Cómo se realiza pastoralmente en su misión para responder de modo adecuado a las exigencias de Dios, de la Iglesia y del mundo? ¿Qué es, de verdad, la existencia sacerdotal? Estos son los interrogantes cruciales en los que se decide el ser o no ser del sacerdote, se perfila con precisión su identidad y se enfrenta a su actividad específica, pisando ya los umbrales del año 2000. La respuesta que da el Papa es de una sorprendente sim– plicidad. Desde el punto de vista teórico, no hace más que pro– fundizar en la doctrina suficientemente sabida y sabiamente guardada y transmitida por las fuentes de la Revelación y del Magisterio eclesiástico. La doctrina está ahí, como una veta riquísima de contenidos y valores que es necesario ex– plotar a pleno rendimiento. El sacerdote de hoy no necesita más para santificarse y santificar, que es lo suyo. La originalidad de Juan Pablo consiste en la transparen– cia, en la vitalidad, en el vigor, en la amorosa agresividad con que vive --e intenta hacer vivir- la existencia sacerdo– tal. Es un convencido y un apasionado del sacerdocio, que encarna en la intimidad del ser, para comunicarlo en expre– siones vivas, en formas contagiosas de lealtad y de servicio. Esta es la cuestión. El sacerdocio se convierte así en un 17
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