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esto parece consistir el drama de la existencia humana contemporánea en su dimensión más amplia y univer– sal» 6 . Existencia dramática. Psicosis de miedo porque los frutos de la «genialidad» humana pueden convertirse en medios de destrucción y cataclismo. La Iglesia está con los trabajadores para cumplir con su misión, recordando que, en definitiva, el hombre debe ser siempre el protagonista de la actividad humana en todas sus formas. - El capital no es más que «un conjunto de cosas». Los aspectos técnicos y económicos están en función del hombre. La antinomia entre capital y trabajo es «innatu– ral e ilógica». La lucha de clases, programada artificialmente, está reñida con la visión cristiana del trabajo. - La empresa debe presentar un rostro cada vez más humano, mediante la implantación de rela– ciones justas de colaboración y solidaridad. El derecho al trabajo no es una concesión o pri– vilegio que otorga la sociedad. Es un derecho natural, anterior a la misma sociedad. Juan Pablo II concluye en plan de síntesis: «Economía y técnica, en efecto, no tienen sentido si no son referidas al hombre, al que deben servir». La técnica y la civilización deben ir acompañadas por un desarrollo «proporcional de la moral y de la ética». El progreso creador de nuestro tiempo «no puede menos de engendrar múltiples inquietudes». porque, con frecuen– cia, no ha hecho la vida de los hombres «más humana», ni «más digna del hombre», ni más conforme a los desig– nios del Creador 7 • El Papa se hace estos serios interrogantes «en vista de una situación que continúa siendo alar– mante», 6 !bid., 15. 7 !bid. 167

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