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bre el hombre y se siente obligada a proclamarla con convic– ción, con firmeza y con gozoso optimismo. Y ¿cuál es la verdad del hombre? Según el relato bíblico, el hombre ha sido creado a ima– gen y semejanza de Dios. El hombre es «uno, único e irrepetible ... , alguien eternamente ideado y eternamente 1 elegido, alguien llamado y denominado por su nombre» . «La afirmación primordial de esta antropología (cris– tiana) es la del hombre como imagen de Dios, irreducti– ble a una parcela de la naturaleza o a un elemento anó– nimo de la ciudad humana» 2 • «La dignidad humana es un valor evangélico que no puede ser despreciado sin grande ofensa al Creador» 3 • «La Iglesia quiere estar siempre al servicio del hom– bre, de su promoción espiritual y humana, de su ser inte– gral y en todas las circunstancias de su existencia... » 4 Y frente a todos los «humanismos» empobrecedores, la Iglesia proclama sin temor ni dudas, con una confianza total en los caminos de Dios, que «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (GS 22) 5 • El hombre ha sido creado «a imagen» y «semeJanza» de Dios. El soplo creador infundió en la mente del hombre la chispa ardiente de la inteligencia, y en el pecho, el corazón, centro de la voluntad y los sentimientos. Dios crea al hombre como «señor», para que domine la tierra. Para que este dominio sea efectivo, el hombre ha de mantenerse fiel a sí mismo, como señor. Se pierde este do– minio cuando el hombre da prioridad a la técnica sobre la ética, cuando está sometido a condicionamientos econó– micos, políticos o ideológicos que lo empobrecen vitalmente como persona o a presiones de todo tipo que impiden su 1 Discurso de apertura de la III Conferencia general del Episcopado la- tino-americano, en Puebla (28/I/1980). 2 Ibid. 3 Ibid. 4 Ibid. 5 Redemptor hominis 8,13. 164
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