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La problemática del trabajo es «compleja y vital». Juan Pablo II ha explicado en Barcelona el «evangelio del tra– bajo», aclarando conceptos, abriendo horizontes, esclare– ciendo actitudes, estableciendo bases y normas. - El trabajo no es un hecho accesorio, ni menos una maldición del cielo. Es una «bendición primordial» del Creador, una actividad que permite al individuo reali– zarse y ofrecer un servicio a la humanidad, servicio que merece un premio superior. El trabajo no es una necesidad biológica de subsisten– cia, sino un deber moral; es un acto de amor y se con– vierte en alegría: la alegría profunda de darse, por medio del trabajo, a la propia familia y a los demás; la alegría íntima de entregarse a Dios y de servirlo a los hermanos, aunque tal donación conlleva sacrifi– cios. Por eso el trabajo cristiano tiene un sentido pas– cual. - El evangelio del trabajo es un mensaje de salvación para todos los hombres, pero especialmente para los pobres y oprimidos. El trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo. No se llega al recto concepto del trabajo sino mediante un recto concepto del hombre. - El trabajo y la laboriosidad constituyen un deber y un servicio a la célula familiar, a su vida, unidad, desarrollo y perfeccionamiento. - El trabajo respeta las exigencias del bien común y transforma toda la actividad laboral en cooperación eficaz al bien de todos, enriqueciendo así el patrimo– nio de la familia humana. - El trabajo no es primordialmente un problema coyun– tural, económico o político. Es, ante todo, un pro– blema ético que debe ser solucionado y tratado a la luz de las exigencias de la moral. - El trabajo es, en una perspectiva evangélica, un me– dio para asemejarse a Dios Creador, un modo de per– feccionar el mundo por encomienda de Dios. Y un ca– mino de perfección siguiendo a Cristo, que trabajó con sus manos... 6.--Sacerdotes para el mio 2000 161

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