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Las características del mundo actual no son precisamente tan positivas como para echar las campanas al vuelo en mo– mentos de «euforia». La transformación en todos los ór– denes -eccmc>m'ICO cultural, social- ha sido realmente «rápida y profunda». Un análisis sereno y obje– tivo de la realidad histórica debe detectar las luces y las sombras, los logros y los fracasos, los adelantos y los retro– cesos, las ventajas y los riesgos. En la transformación cultural, «se hacen presentes -a veces alternativamente, otras veces confusamente-- el entusiasmo y la ansiedad, la au– dacia y el miedo, la apertura hacia el futuro mirando con optimismo y la necesidad de reafirmar, cuando no de re– cuperar, los valores sólidos del pasado. Valores que no raras veces son sacrificados en momentos de euforia» 12 • El «secularismo» está asolando grandes zonas de la geo– grafía internacional con síntomas peligrosos de descomposi– ción y deshumanización: agnosticismo en los medios intelectuales, univer– sitarios y amplios sectores de la juventud; una cierta concepción de la vida o un cierto hu– manismo sin Dios; - graves problemas en el ambiente familiar, sobre todo en lo que respecta a la indisolubilidad del matrimonio; relajamiento de la conciencia moral y consi– guiente relajación de las costumbres; conquista del bienestar material a todo precio y a cualquier precio t:i. No. No todos son motivos de «euforia». Resulta que el trabajo es una continua amenaza de «alie– nación». El hombre de hoy teme que los productos de la ciencia y de la técnica se conviertan en instrumentos de una autodestrucción catastrófica que haría palidecer a todas las hecatombes históricas. La !J""U'v"''" de la tierra -«sin una planificación racio– nal y honesta»---- para fines no solamente industriales, sino también militares; el desarrollo de la técnica, no controlado 1 : A la Conferencia episcopal de Portugal, en Fátima (13/V/1982). 1., Ibid. 159

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