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«Mirando al futuro, si no faltan los motivos de ansie- dad, son fuertes y preeminentes los de confianza y esperanza» Estamos apesarados, Peregrino de Dios, Estamos contristados precisamente por estos «motivos de ansiedad», que crean un ambiente de malestar y de dolorosa confusión con una interpretación falsa de la misma «natura– leza y misión de la Iglesia». Apesarados, porque algunos establecen una separación inadmisible entre Iglesia y Reino de Dios: vaciado de su contenido total, es entendido en sentido más bien secularista: al Reino no se llegaría por la fe y la pertenencia a la Iglesia, sino por el mero cam– bio estructural y el compromiso socio-político. Donde hay un cierto tipo de compromiso y de praxis por la justi– cia, allí estaría ya presente el Reino. Se olvida de este modo que 'la Iglesia... recibe la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pue– blos y constituye en la tierra el germen y el principio de ese Reino' (LG 5)» 22 . Estamos contristados porque los nuevos libertadores no se inspiran en el Evangelio ni llevan la cruz sobre el pecho, sino peligrosas teorías y ambiguas ideologías sobre el com– promiso temporal. Sustituyen la teología por la sociología y dejan al hombre, hecho a imagen de Dios, a la intemperie de planificaciones antropológicas. Y esto equivale a recortar el vuelo a la esperanza cristiana: «Es un error afirmar que la liberación política, econó– mica y social coincide con la salvación en Jesucristo; que el Regnum Dei se identifica con el Regnum hominis» 23 . Con esta cita de las «hermosas catequesis» de Juan Pa– blo I descalifica Juan Pablo II las teorías excesivamente «ho– rizontalistas» de la liberación. Estamos apesarados porque, en algunos casos, se genera una actitud de desconfianza hacia la Iglesia «institucional», 21 Discurso a los cardenales y prelados de la Curia romana (22/XII/1979). 22 En Puebla. 23 Ibid. 150

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