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nombre deben sentirse unidos en torno a los grandes y difíciles problemas de toda la familia humana: paz, liber– tad, justicia. hambre, cultura y otros problemas ... » 16 Juan Pablo H tiene una conciencia tan clara de sus com– promisos apostólicos, que uno se siente impresionado por lo avanzado y sólido de sus ideas, por la audacia de sus inicia– tivas. Sin miedo al riesgo, con santa intrepidez, con un desa– fío franco a todos los obstáculos, a todas las dificultades, ha iluminado con los criterios y valoraciones del Evangelio toda la problemática del mundo contemporáneo. Y lo hace según confesión personal, por- que no quiere «traicionar» su misión. En esto, el Papa nos da un testimonio constante de insobornable fidelidad con su palabra y con su vida. Lo dice con voz en su discurso al «Centro Fe- menino Italiano»: «La está profundamente convencida de que el acierto una legislación se demuestra máximamente allí donde se asumen las defensas más enérgicas de los miem– bros más débiles e indefensos a partir del primer instante de vida. Por tanto, cualquier cesión en esta materia sólo puede daiiar a la propia dignidad humana. Además, tam– bién en el respeto y en el amor hacia todos es preciso guardarse de las posiciones que comprometen a asentir a fuerzas ideológicas en contraste con la fe cristiana. Entre los miembros más débiles de la sociedad están también los niños, los enfermos, los ancianos, los desem– pleados, los privados de cultura y, en general, todos los que están expuestos a explotaciones y atropellos varios. Cada iniciativa que emprendáis y realicéis en estos sec– tores es ciertamente digna de atención o de apoyo. Una cosa es cierta: hay una coherencia cristiana también en la vida pública; quien es cristiano lo debe ser siempre, a todos los niveles, sin indecisiones, sin cesiones; en los he– chos y no sólo en el nombre» 17 . Hablando del derecho inalienable de las personas, afirma en su discurso a los cardenales y prelados de la Curia ro– mana: lú Ibid. Al Centro Femenino Italiano (7/XII/1979). 147