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«Del conocimiento de esta verdad dependerá el vigor de la fe de millones de hombres. Dependerá también el valor de su adhesión a la Iglesia y de su presencia activa de cristianos en el mundo. De este conocimiento deriva– rán opciones, valores, actitudes y comportamientos ca– paces de orientar y definir nuestra vida cristiana y de crear hombres nuevos y luego una humanidad nueva por la conversión de la conciencia individual y social» 4 • Desde esta perspectiva hay que abordar el fenómeno de las «relecturas» del Evangelio, que, además de carecer de originalidad -«no es nuevo»--, pueden crear un clima es– peso de confusión en el pueblo fiel. Las «relecturas» son el «resultado de especulaciones teóricas más bien que de au– téntica meditación de la palabra de Dios y de un verdadero compromiso evangélico» :i. Son «hipótesis brillantes quizás, pero frágiles e inconsis– tentes». En el fondo, suponen un empobrecimiento y una falsificación tanto desde el punto de vista pastoral como desde una consideración verdaderamente científica. Hay que rechazar de plano estas «relecturas» para volver a la lectura auténtica y enriquecedora, a la profesión de fe de los após– toles, transmitida en toda su pureza por el Magisterio infali– ble: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Hay que descartar -por fidelidad a la coherencia, por simple sentido de honradez evangélica- una imagen defor– mada hasta la caricatura que pretende convertir a Cristo - en un «profeta», un anunciador del Reino y del amor de Dios, exclusivamente; - en un «comprometido» político, como luchador contra la dominación romana y contra los po– deres; - en un «implicado» en la lucha de clases, incluso. Juan Pablo II descalifica estas «relecturas» con gesto enérgico: 4 Ibid. 5 Ibid. 140 «Esta concepción de Cristo corno político, revolucio– nario, corno el subversivo de Nazaret, no se compagina con la catequesis de la Iglesia. Confundiendo el pretexto insidioso de los acusadores de Jesús con la actitud de Jesús mismo -bien diferente-, se aduce corno causa de