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MUNDO, PREDIC.{!D A TODA TURA ... » El anuncio del Evangelio, la transmisión íntegra del de– pósito revelado, la vigilancia por la pureza de la doctrina tal como ha sido recibida y predicada por el Magisterio es el deber «primero e insustituible» de toda actividad pastoral. El papa Juan Pablo II lo expone con toda claridad, citando un pasaje de la Evangelii nuntiandi: «El Evangelio que nos ha sido encomendado es tam– bién palabra de verdad. Una verdad que nos hace libres y que es la única que procura la paz del corazón: esto es lo que la gente va buscando cuando anunciamos la Buena Nueva. La verdad acerca de Dios, la verdad acerca del hombre y de su misterioso destino, la verdad acerca del mundo ... El predicador del Evangelio será aquel que, aun a costa de renuncias y sacrificios, busca siempre la verdad que debe transmitir a los demás. No vende ni disi– mula jamás la verdad por el deseo de agradar a los hom– bres, de causar asombro, ni por originalidad o deseo de aparentar... Pastores del Pueblo de Dios: nuestro servicio pastoral nos pide que guardemos, defendamos y comuni– quemos la verdad, sin reparar en sacrificios» 1 • Por fidelidad y coherencia, hay que presentar el mensaje del Evangelio a cuerpo limpio, en su integridad intocable, con todas sus exigencias, sin miedo a la impopularidad, a los malos entendidos, a la reticencia. Sin miedo al escándalo. El Evangelio no es negociable ... Y el Evangelio es CRISTO, el Hijo de Dios vivo. El apóstol de hoy debe presentar al mundo una CRISTOLO– GÍA transparente, que precise con absoluta fidelidad y claridad los datos de la fe tal como aparecen en la Revelación, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia. La labor de la teo– logía será consistente y «creadora» si se desarrolla en plena co- 1 Discurso de apertura de la III Conferencia general del Episcopado la– tino-americano, en Puebla (28/I/1980). 137

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