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Dentro del corazón del sacerdote caben todos los hom– bres, pero de un modo especial los más necesitados, los marginados, los pecadores. De aquí la opción preferente, mil veces ratificada en los textos de Juan Pablo II, por los pobres, los predilectos del Señor. Pero sin exclusivismos, sin radicalismos, sin demagogia: «El alma que vive en contacto habitual con Dios y se mueve dentro del ardiente rayo de su amor, sabe defen– derse con facilidad de la tentación de particularismo y an– títesis que crean el riesgo de dolorosas divisiones; sabe interpretar a la justa luz del Evangelio las opciones por los más pobres y por cada una de las víctimas del egoísmo humano, sin ceder a radicalismos sociopolíticos, que a la larga se manifiestan inoportunos, contraprodu– centes» 28 . 28 Discurso a los sacerdotes y religiosos en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe (27/I/1979). 136