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Esta «cercanía», que lleva a compartir la angustiosa si– tuación del pueblo encomendado, es una nota específica del verdadero apóstol que debe realizarse «siempre» en calidad de tal apóstol, cuya misión es esencialmente espiritual. Vuelve a insistir el Papa en Temi: «Vosotros, queridos sacerdotes, en virtud de vuestro ministerio, estáis obligados a vivir en medio de los hom– bres, a conocer como buenos pastores a las propias ovejas, a tratar de atraer también a las que no son de este redil, a fin de que también ellas oigan la voz de Cristo (Presbyterorum ordinis 3). Sin embargo, mientras desarrolláis esta obra de acercamiento, es necesario que los hombres vean en vosotros los testigos creíbles del Amor divino y de un Reino que, habiéndose iniciado aquí abajo, se perfeccionará en la vida eterna» 24 • En Turín hace Juan Pablo II un caluroso elogio a la tra– dición pastoral de la ciudad y a sus dotes de generosidad, abnegación e incansable celo pastoral, y a su «encarnación» en el pueblo. Y luego invita a proseguir esta tradición de apostolado inteligente y fecundo: «Por esto, intentad siempre nuevos caminos de acer– camiento a los hombres y a sus condiciones de vida: con fidelidad integral a todo lo que es esencial para vuestro presbiterado y, al mismo tiempo, con una gran elastici– dad pastoral, que os haga sensibles y abiertos ? las nece– sidades más urgentes de la hora que vivimos» 20 . La tarea que le espera al sacerdote en el mundo es difícil y comprometida, como un reto a su capacidad· de iluminar, orientar, transformar y cristianizar no sólo al hombre, sino también las mismas estructuras «por dentro». Porque, en definitiva, lo que se cuestiona es el tipo de sociedad cris– tiana con su maravillosa arquitectura bíblica, teológica, me– tafísica y humanística para sustituirla por otro «modelo» de sociedad, en la que quedan descartados los valores espiri– tuales y morales a los que el cristiano no puede renunciar jamás. ~~ A los presbíteros y religiosos, en Temi (19/III/1981). _, Discurso al clero, en Turín (13/IV/1980). 134