BCCCAP00000000000000000000341
metido a serias pruebas en nuestro tiempo. Los análisis de Juan Pablo II sobre el mundo en este momento crucial de su historia son profundos y realistas: estamos en una sociedad desacralizada, - nuestra época se caracteriza por un eclipse pro– gresivo de lo sagrado y por eliminación sistemá– tica de los valores religiosos, - otra nota característica de nuestro tiempo son las variadas formas de «manipulación» e «instru– mentalización» del hombre, se está eliminando peligrosamente el sentido y la conciencia de pecado, - hay un ambiente de permisivismo moral que contradice los fundamentos básicos de la visión cristiana de la vida, - el hedonismo ha entrado a saco en la juventud, en la familia y en la sociedad, - la violencia, la carrera de armamentos, el odio crean un ambiente irrespirable de amenaza y destrucción. Este mundo --el hombre histórico de esta hora, con sus problemas, conflictos, miedos, desorientación, desacraliza– cíón y paganismo exacerbado-- es el campo de misión del sacerdote. Es «enviado» expresamente a esta sociedad de la técnica, del progreso, del consumo, que busca «angustiosa– mente» a Dios, aunque no lo sepa. Y en esta sociedad, el papel del sacerdote es difícil, pero insustituible. Misión sublime, pero arriesgada y dolorosa, porque el sacerdote «no es de este mundo» y, sin embargo, tiene que estar en el mundo. Lo ha dicho Juan Pablo II en Maracaná: «Prudentes, pero confiados, viviréis entre los hombres para compartir sus angustias y esperanzas, para alentarles en sus esfuerzos de liberación y de justicia. No os dejéis, sin embargo, poseer por el mundo ni por su príncipe, el maligno (cf. Jn 17,14-15). No os acomodéis a las opi– niones y a los gustos de este mundo, como exhorta San Pablo: Nolite conformari huic saeculo (Rom 12,1-2). Por el contrario, ajustad vuestra personalidad, con sus aspira– ciones, a la línea de la voluntad de Dios» 23 . 23 En Maracaná. 133
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz