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como El quiso que siguiera siendo siempre y tal como la Iglesia lo entiende y lo transmite. Fidelidad al llama– miento al sacerdocio significa construir este sacerdocio en unión con el Pueblo de Dios a través de una vida de ser– vicio acorde con las prioridades apostólicas: concentrada 'en la oración y el ministerio de la Palabra' (Act 6,4)» 7 • Y reflexiona a continuación: «Recordad que Jesús, al llamar a los Doce, lo~ con– vocó a ser compañeros suyos precisamente para 'en– viarlos a predicar la Buena Nueva'. El sacerdocio es mi– sión y servicio, es 'ser enviados' por Jesús para prestar a su rebafio cuidados de pastor. .. El ministerio sacerdotal es misionero en su mismo meollo; significa ser enviado para los otros al igual que Cristo. enviado del Padre por la causa del Evangelio, y ser enviado a evangelizar... En la base y centro de su dinamismo, la evangeliza– ción contiene la proclamación clara de que la salvación está en Jesucristo, Hijo de Dios. Son su nombre, sus en– señanzas, su vida, sus promesas, su reino y su ministerio lo que proclamamos ante el mundo. Y la eficacia de nuestra proclamación y, por tanto, el verdadero éxito de nuestro sacerdocio dependen de nuestra fidelidad al Ma– gisterio, a través del cual la Iglesia guarda 'el buen depó– sito de la virtud del Espíritu Santo que mora en nosotros' (2 Tim 1,14)» 8 • Y concluye con un pensamiento para meditar: «¿No hemos tocado aquí el meollo del asunto, es de– cir, nuestro celo por el sacerdocio mismo? Es inseparable de nuestro celo por servir al pueblo» 9 • Y si son «inseparables», quiere decir que van siempre juntos. Son las dos alas del vuelo por el cielo azul -horas de bonanza y triunfos humanos y pastorales-- y por las mon– tañas encrespadas, cubiertas de nubarrones -horas de de– cepción y de fracasos-. Si falta la intimidad con el Maes- ; Homilía a los sacerdotes americanos en Filadelfia (4/X/1979). Ibid. · 9 Ibíd. 126

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