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Y como el sacerdote es frágil y está condicionado por sus limitaciones, como hombre que es, debe recurrir al Señor, que da la fortaleza y la gracia de perseverar mediante una oración humilde, constante y esperanzada. De este modo, la prueba robustece la didelidad y vence todos los obstáculos y riesgos que la asaltan. Por otra parte, los casados, que están sometidos a una prueba de fidelidad en su propio orden y estado, tienen de– recho a esperar un testimonio de fidelidad hasta la muerte que les sirva de estímulo, ayuda y edificación. La historia y la experiencia nos hablan de numerosos sacerdotes que han superado las pruebas y han vivido santamente su sacerdocio con gran edificación del pueblo cristiano al que dedicaron su vida. Queda, pues, bien claro que los motivos «temporalistas» que aducen los objetores y los críticos no son «convin– centes». En realidad, el sacerdocio es un don misterioso que sólo puede descubrirse y comprenderse en un ambiente so– brenatural, en clave de fe, en la perspectiva luminosa de Dios presente. El sacerdocio obedece a un designio de Dios y a una llamada personal de Cristo, que es quien elige. Este es el único motivo «convincente». El celibato es una opción fundamental concebida y reali– zada por inspiración divina: «Por el reino de los cielos». Es un «signo escatológico», desde luego. Es un mundo en crisis de valores espirituales y morales, que margina o desprecia la trascendencia divina, que margina o niega a Dios. Es necesario presentar testigos convencidos y creíbles de la trascendencia, de la inmortalidad, del mundo futuro. En una sociedad instalada confortablemente en la materia y en los placeres sensibles, la renuncia a estas exigencias ma– teriales supone un aldabonazo y un aviso. Pero es que, además, el celibato tiene un gran sentido so– cial en la situación histórica de hoy para el servicio del Pueblo de Dios. El don del sacerdocio se realiza en nosotros, pero no sólo «para nosotros». El sacerdote ha sido llamado «para los hombres», está en función de los hombres encomendados a su servicio. La empresa es tan compleja, tan urgentes, amplias y difíciles las tareas, que el sacerdote debe dedicar todo su tiempo, todos sus talentos, todo su esfuerzo a cumplir con un cometido que lo desborda. El ser «hombre para los demás» significa un compromiso 116
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