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amor y sirve al amor, al cual todos somos llamados en Cristo Jesús» 17 . El sacerdote que vive la experiencia de «hombre de la Eucaristía» expresa su devoción y su ternura al Santísimo Sacramento fomentando con entusiasmo todas las formas clásicas de la adoración y del culto. Juan Pablo cita expresa– mente las más conocidas: plegarias personales ante el Santísimo, horas de adoración, exposiciones breves, prolongadas, anuales (las cuarenta horas), bendiciones eucarísticas, procesiones eucarísticas, congresos eucarísticos y, con menc1on especial, la solemnidad del Corpus Christi, como acto de culto público tributado a Cristo presente en la Eucaristía. El Papa afirma convencido que «la animación y robustecimiento del culto eucarístico son una prueba de esa auténtica renovación que el Concilio se ha propuesto y de la que es el punto central» 18 • Por eso grava la conciencia de los sacerdotes recordán– doles que sobre ellos pesa la «responsabilidad por las ideas y las actitudes de los hermanos y hermanas», y que deben suscitar toda sana manifestación de culto hacia el Señor pre– sente en la Eucaristía. La advertencia del Papa reviste espe– cial dureza: «Dios nos preserve de obrar diversamente, de debili– tar aquel culto, desacostumbrándonos de varias manifes– taciones y formas de culto eucarístico, en las que se ex– presa una tal vez tradicional pero sana piedad, y, sobre todo, aquel 'sentido de fe' que el Pueblo de Dios posee, como ha recordado el Concilio Vaticano II» 19 . 17 Ibid., p.27. 18 Ibid., p.25. 19 Ibid., p.43. 112

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