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«El sacerdote ofrece el santo sacrificio in persona Christi, lo cual quiere decir más que 'en nombre', o tam– bién 'en vez' de Cristo. In persona: es decir, en la iden- tificación c"1¡_¡c,.,u<-a, sacramental con el 'sumo eterno Sacerdote', que es autor y el sujeto principal este su propio sacrificio, en el que, en verdad, no puede ser sus– tituido por nadie. Solamente solamente Cristo, podía y puede ser siempre verdadera y efectiva propitiatio pro peccatis nostris... sed etiam totius mundi. Solamente ~u sacrificio, y ningún otro, podía y puede tener 'fuerza pro– piciatoria' ante Dios, ante la Trinidad, ante su trascen– dental santidad. La toma de conciencia de esta realidad arroja una cierta luz sobre el carácter y el significado del sacerdote-celebrante, que, llevando a efecto el santo sacri– ficio y obrando 'in persona Christi', es introducido e in– serto, de modo sacramental (y al mismo tiempo inefa– ble), en este estrictísimo sacrum, en el que, a su vez, asocia espiritualmente a todos los participantes en la asamblea eucarística» 3 • Haced esto... El carácter de sacrum de la Eucaristía no es un elemento periférico o añadido. Es la sustancia misma de la cena, tal como se expresa en las palabras mismas de la institución. La Eucaristía es una acción «santa y sagrada», por la presencia misteriosa pero realísima de Cristo, que está pre– sente y actúa personalmente como «el Santo de Dios», «un– gido por el Espíritu Santo», «consagrado por el Padre» para dar libremente y recobrar su vida, como «Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza». Cristo Jesús es ,<el oferente y el ofre– cido, el consagrante y el consagrado». El celebrante lo re– presenta y actúa en nombre de Cristo, con su autoridad y con su mandato expreso: Haced esto. El papa Juan Pablo lo explica con nitidez: «El sacrum de la misa no es por tanto, una 'sacraliza– ción', es decir, una añadidura del hombre a la acción de Cristo en el cenáculo, ya que la cena del Jueves Santo fue un rito sagrado, liturgia primaria y constitutiva, con la que Cristo, comprometiéndose a dar la vida por nosotros, cele– bró sacramentalmente, El mismo, el misterio de su pasión y resurrección, corazón de toda misa» 4 • 3 Ibid., p.31-32. 4 Ibid., p.31. 103

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