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LA SAGRADA UCARISTIA * «La Eucaristía se convierte así en el miste– rio que debe plasmar interiormente vuestra existencia. Por una parte, ofreceréis sacramen– talmente el cuerpo y la sangre del Senor. Por otra, unidos a El -in persona Chrisú-, ofre– ceréis vuestras personas y vuestras vidas, para que, asumidas y como transformadas por la celebración del sacrificio eucarístico. sean ex– teriormente también transfiguradas con El, participando de las energías renovadoras de su resurrección». JUAN PABLO II, Homilía durante la ceremo– nia de ordenación sacerdotal celebrada en el paseo de la Alameda, de Valencia. El amor a la Eucaristía es, sin duda, el rasgo que define mejor la identidad del sacerdote. Un amor fuerte, vigoroso, reverencial y apasionado. Un amor inmenso que busca constantemente el encuen– tro personal con Jesús, que se traduce y se explaya en innu– merables detalles exquisitos de la más bella y honda ter– nura. Jesús es la divina obsesión del sacerdote. Y este maravilloso y divino amor hace arder el corazón con los más puros y entrañables sentimientos: adoración, inmolación, gratitud, esperanza ... La Eucaristía es mesa y ara, sacramento y sacrificio, cena y cruz, pan de vida y muerte redentora. * Este capítulo quiere ser una glosa sencilla a la carta de Juan Pablo II Dominicae cenae. Todas las notas están sacadas de este hermosísimo docu– mento, que es un canto inspirado a la Eucaristía. 101
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