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lógico, el místico nos presenta en toda su belleza la fisonomía de María, corno mujer y como madre. En rigor, la sinfonía de María tiene como argumento la plenitud de gracia. La interpretación de los pensado– res y poetas no son más que "variaciones" en torno al tema central, perspectivas distintas que dan siempre al valle florido de la maternidad divina. El estribillo de la masa coral reinter– preta el pregón del ángel de la Anunc iación: "Ave, María. gratia plena..." Por la cumbre de las llores. María es la mujer-primavera. Es la Rosa m1stica en las letan ías que glorifican su maternidad divina, su fe encendida de lámpara ardiente , su abandono amoroso en los brazos de Dios, en la esperanza, su hermoso amor de brasa y azucena en el pecho. María es Flor ele flores en el cantar que se ha hecho litur- gia y compromiso de seguimiento: "Quiero seguirte a ti , flor de las flores, siempre deci r cantar de tus loores; no me partir de te servir, mejor de las mejores .. ." LA DIALÉCTICA DE LOS LIRIOS Ya vimos cómo un ángel serenó el ánimo del bendito San José, turbado por la angustia de las dudas. El ángel de nues– tro caso fue un hermanito lego franciscano, que sabía mucho de las cosas de Dios. Un gran maestro de la Orden de Predi– cadores padecía muchos años grandes dudas sobre la mater– nidad virginal de María. Le parecía imposible que María fuera a un mismo tiempo madre y virgen. En esta situación dramática ele lucha entre la fe y la razón, decidió ir a consul– tar su problema a fray Gil que tenía fama de santo varón. El hermanito conoció por inspiración divina que el gran maestro venía a verle y salió a su encuentro, apoyado en su báculo de viejo. Aquí está la Florecilla con su candor original:

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