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"Excepto la Santísima Virgen María, de la cual, por el honor ele ella, no quiero en absoluto hacer cuestión nin– guna tratándose ele pecados; porque, ¿de dónde nos cons– ta que le fue concedida mayor gracia para vencer total– mente al pecado sino porque mereció concebir y dar a luz al que sabernos no tuvo pecado algunor En la perspectiva del pueblo, el honor de María es intoca– ble. El más ligero desafino hiere la sensibilidad popular que reverencia, admira y proclama a María libre de la 1mís leve sombra de pecado. En su opinión, la Virgen es la sin mancha ni mancilla, la sin tacha, la sin lunar, la sin pecado, la pura, la "vencedora de Satanás" en todos los frentes. Y la razón es siempre la misma: la lógica de la maternidad, la dinámica del "ser maternal" de María. Y esta gracia de maternidad se irradia en esplendores de espejo en sus más apasionados cantores. La pobre experiencia personal nos da una imagen aproximada de su plenitud. En las "horas de Dios" -que escribiría Dostoyevski- hay espacios de gran intensidad en que nos sentimos como envueltos en la luz. Y en esta luz captarnos con especial nitidez hasta la mínima mancha en forma de motilas de polvo en el haz luminoso. Y esta luz nos desasosiega y no paramos hasta la purificación total que nos esponja el corazón. María vivió siempre envuelta en esa amorosa situación. envuelta en la luz de Dios... "GRATIA PLENA..." Es la formulación positiva del misterio. Decir que María vive en permanente "estado de excepción" del pecado en todas sus formas es declarar su absoluta limpieza. En rigor, una ermita limpia, que relumbra como el oro es una labor pre– via. La ermita brilla en todo su esplendor cuando la converti– mos en un jardín de flores, en un ascua de luz de lámparas ardientes y en un concierto de cantares. Por la cumbre de las flores, camina María en plenitud de gracia y de pulcra hermosura. Y ¿qué es la gracia? ¿Cómo es cuantitativa y cualitativamente la gracia de María? 85

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