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María, que nos descubre hasta qué punto era inteligente, humana y comprensiva en sus relaciones con el niño. No lo acapara para un disfrute egoísta y personal, sino que le deja ir a su aire. Y lo normal es que el niño se encuentre a gusto char– lando y jugando con los niños ele su edad o que tenga sus sim– patías y preferencias con la gente de otros grupos. Que una madre le pida explicaciones al niño sobre un comportamiento verdaderamente extraño y que exprese que lo han buscado llenos de angustia, es la cosa más natural del mundo. No lo hace con despec ho ni con palabras ofensivas, sino como conviene a una madre responsable que ha asumido amorosamente sus funciones maternales y quiere cumplirlas con fidelidad. No le echa en cara ninguna culpa, quiere una exp licación . El que María no comprendiera ele momento las razones del hijo es una cuestión que cae fuera de las fronteras de la moral. No se trata, por tanto, de un pecado o defecto moral , sino de cuestiones personales de Jesús, que miran a su voca– ción y destino. Y en esta materia hay zonas de misteri o que la Virgen vive en la fe . Ni la madre ni el hijo han creado una s ituación conflicti– va. Y la prueba es que Jesús vuelve a casa en compañía de sus padres y convive con ellos como cualquier niño normal : les está sujeto. Orgullo, vanagloria y egoísmo en las bodas de Caná. Resulta por lo menos una afirmación peregrina que causa sorpresa y asombro. El texto que da pie a esta interpretación original son las palabras de María en el banquete nupcial: "No tienen vi no". La interve nción de María no sólo no contiene ni sugiere ningún defecto moral, sino que nos descubre su fisonomía humana y espiritual con sus grandes valores en marcha. Es una muj er que, en un cl ima festivo ele distensión y euforia, piensa en los demás, está pendiente del prój imo, se desv ive por hacer fe li ces a los nuevos desposados. Lo consigue y evita con ello una situación de vergüenza, de frustración y de fracaso. 82

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