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ejemplo de María nos hace rechazar por higiene y por honor los "espejos oscuros" de la visión profana y pagana de la vida con su culto esclavizante a los ídolos en boga: el becerro de oro, el más descarado hedoni smo, el instinto del poder y de la fuerza, la bi ología, el "vientre", que decía San Pablo. El proyecto de v ida de algunos cristianos es tan primitivo que no rebasa las normas elementales de la ética, se sitúa en las fronteras de la superstición y queda al margen de la ver– dadera religi ón y no ofrece ningún síntoma que lo identifique como cristiano. ¿Y nosotros? ¿Cómo va nuestro proyecto personal de vida? La exigencia bás ica es la pureza de origen: si no viene ele Dios, si Dios no ha tomado parte en su elaboración, estruc– turas y contenido, es un proyecto bastardo . Es bueno y fun– ciona cuando obedece a la inspiración y al respaldo ele Dios, como respuesta a una actitud humilde y comprometida de l corazón: "Señor, ¿q ué queréi s que haga?". Y después ele escuchar el mensaje de Dios, la única acti– tud razonable es ponerse en manos de Dios con un "sí" incon– dicional y apas ionado: "Señor, hágase en mí, en mi vida, en la hi storia del mundo y en mi propia historia personal todo y siempre lo que Tú quieres": Para conocer el proyecto personal de vida -los que se lla– man bíblicamente "caminos del Señor"- hay que poner todo el empeño en la "revitali zación" de los sentidos corporales y de las potencias del alma. Hay que quitar las escamas de los ojos para que la mirada sea limpia y pura y así captar con tocia nitidez la imagen de Dios, el contenido del mensaje que se descubre a los ojos sencillos, a los que se aniñan y se asom– bran al mirar a Dios. Y hay que quitar los tapones de los oídos para captar con nitidez el sentido y el alcance de la llamada divina y no con– fundirla con otras voces que nos transmiten opiniones huma– nas o con nuestra propia voz que trae el tumulto, el ruido, las interferenci as del instinto o de las pasiones desordenadas. Hay que " revitalizar" la memoria con el recuerdo de las maravillas que Dios ha hecho en mí, de la gracia y los dones 79

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