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María capta con plena nitidez el sentido de su vocación, el proyecto de Dios sobre su vida. Dios propone su pl an, pre– senta el proyecto de vida, comunica sus planes. Pero no se impone por la ley de la fuerza y es María quien tiene que deci– dirse. Es enteramente libre para aceptar o rechazar los planes de Dios. Y María, convencida de que Dios tiene siempre toda la raz6n, dice que "sí" a Dios: "He aquí la esc lava del Señor. Hágase en mí según tu palabra". Es un sí irrevocable y totali– zante: "Hágase en mí, en mi vocación, en mi historia perso– nal, en mi desti no de maternidad todo, siempre y en todo según tu palabra. El sí de María es "palabra ele honor" que no desmentirá jamás a lo largo ele una vicia de gozos, penas y esperanza. Es un sí dinámico que se renueva con vigor y con entera fidelidad a cada instante y con una fuerza especial en los momen tos dramáticos, que con el tiempo serán más fre– cuentes en la historia personal de María. Es un "sí" comprometedor que compl ica toda su existen– cia en funciones de maternidad en todo el ámbito del plan de Dios. Vive los misterios gozosos de la vida familiar: la pre– sencia gratificante de José, que es un hombre de Dios, la Navidad con el gozo de Dios en sus entrañas y las mil caras de la ternura maternal , la man ifestación de su Hijo divino en la santificac ió n de l primo en el vientre de Isabel, la alegría gozosa ele la salvación en los pastores y en la ofrenda de los magos. Y vive con hondura los misterios dolorosos: la espada que atravesará su alma, la vergüenza y la humillaci6n de la pobre– za y el rechazo social que le deja a la in temperie en las noches de invierno, la angustia y la amargura de la ausencia y la elida del Hijo. María se reafirma en su "sí" en las situaciones más amargas de su vid a: las dudas de José, el destie rro a un país pagano, el proceso infame y la muerte de su Hijo como enemigo público y malhechor y blasfemo. El "sí" de María es a fondo perdido, como un cheque en blanco en manos de la Providencia. zonas de misterio. como en toda vicia humana, que María no puede comprender 77