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Mira, también lsabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es el mes sexto ele aquella que llama– ban estéri l, porque ninguna cosa es imposible para Dios' . Dijo María: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra' . Y el ángel, clejánclola, se fue ". El ángel es enviado por Dios, viene de parte de Dios. El mensaje es cosa de Dios que toma siempre la inic iativa, que escoge el destino y elabora el "proyecto de vida". Los desig– nios de Dios sobre María, su plan personal sobre María, que– dan esclarecidos en e] mensaje. La vocación personal de María es ser la Madre de Dios: ha sido ll amada por Dios a una misión que no en traba en sus proyectos, por lo cual la comu– nicación de l arcángel le llena de "turbación" . Los designios de Dios son misteriosos y desconcertantes. Es Dios quien determi na quién soy, qué debo hacer, cuál es la razón de ser de mi vida. Es Dios quien prepara el camino, qui en marca el destino, el que maneja providencialmente las personas y los acontecimientos para que María cumpla su misión en la vida. La reacción ele María es de sorpresa, ele turbac ión y de temor. El mensaje de l ángel es claro: encumbramiento a la gran– deza inimaginable de ser la Madre del Señor. Es el máx imo honor para una pura criatura. Es la ambic ión, el sueño impo– sible ele la mujer j udía, la gloria suprema a que aspiran por lo menos en el subconsciente las mujeres de sangre azul del pue– blo escogido. Y entre todas, y sin pensarlo, si n quererlo, sin imaginarlo siquiera, María es la mujer predestinada y escogi– da por Dios para ser la Madre de su Hij o. Los planes de Dios son misteriosos y desconcertantes. María se encuentra en una situación conflictiva de conciencia, que expone con sinceridad al mensajero ele Dios: ¿Cómo puede ser esto -cómo puedo ser la madre del Altísi mo- pues– to que no conozco varón? Y el ángel le responde con las razones de Dios: no va a engendrar en la carne por obra de varón . Dios va a suspender las leyes de la biología y si n unión carnal , por obra del Esp í– ritu Santo , que es la fuerza de Dios, concebirá y dará a luz al Hij o de Dios. 76
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