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el hombre "endiosado" , el "súper-hombre" , con la sobrecarga de tragedia moral que llevan estos términos tormentosos. El pecado original ha abierto las cárceles del cuerpo y las cárceles del alma. La angustia , el deshonor, la vergüenza, el remord imiento, la violencia, la vileza, la infamia, la enferme– dad, la muerte... son los frutos amargos del árbol prohibido. La biografía ele la humanidad y la propia historia personal está llena de lágrimas y nostalgi as : - la carne, como un pesado fard o de materia orgánica en las horas bajas del cansancio y la tristeza. El temporal ele bochorno que go] pea la carne humillada con la pereza, la depresión y el bostezo. El tiempo interminable y lento como un bu1To ele nori a cuando e l reloj se para e n la inac– ción , en la impotencia y en la desesperanza. - los se ntidos corporales, que no sintoni zan en la onda ele Dios. No se capta con nitidez la voz di vina por interfe– rencias de los ruidos bulliciosos del ambiente mundanal. La imagen es movedi za con las turbulencias ele los tem– porales terrenos. La memoria pierde vigor en su capaci– dad receptiva y ele asoc iación. Hay una dispersión del pensamiento en bandada de pájaros locos po r el cielo gris del escepticismo, de la in seguridad y de la eluda. Se frunc e la frente con la interrogac ión so bre las cuestiones eternas y el hombre más que pensado r se torna pensati vo cuando hurgan en las profundidades de su interior. - la vo luntad es frágil ve leta sacudida por los vientos de instintos y pasiones y el hombre sucumbe a la seducción de la ambición , del egoísmo, de la vida co nfortable de los sentidos. El corazón humano es misterioso y desconcer– tante: goza y sufre, ríe y llora, grita y canta, casi al mismo tiempo, casi siempre como sin motivo. Pasa brus– camente ele lago en remanso en que se refleja el cielo azul a embravec ido mar con griterío salvaje de gav iotas. El corazón es el buque insigni a de la pecaminosidad en todas sus formas: " Porque ele dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, forn icaci o– nes, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que hace impuro al hombre..." Este diagnóstico no es el resultado de una vis ión pes i– mista de la vicia, ni ele un guión para una pelícu la de cine 67

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