BCCCAP00000000000000000000338

"Catecismo para adultos" de la Conferencia Episcopal Fran– cesa: "No hemos de caer en el error de reducir la concupiscen– cia al apetito sexual. Podemos definirla, de modo genérico, como la tendencia a buscar los propios intereses o la satisfac– ción propia en detrimento del justo orden de la vida en las relaciones para con Dios, para con el mundo, para con los semejantes." Es cierto que la concupiscencia carnal es espejo oscuro de pecados tristes y vergonzosos. La morfología del hombre lujurioso nos pone ante los ojos una galería deforme de tipos infrahumanos: obsesivos del sexo, temperamentos volubles. caracteres turbios, impotentes, abúlicos, resentidos, opacos. Los ardores ele la carne como los volcanes en erupción arra– san tocio lo que encuentran a su paso con su vómito de fuego y con sus lavas y pavesas de muerte. En los mismos batallones de la muerte está la "concupis– cencia de los ojos", raíz de pecados de alto riesgo como el ins– tinto de poder, el recurso a la fuerza bruta, la fascinación ele las riquezas. En sus guaridas tenebrosas se engendran la vio– lencia, la perversidad y el crimen. Y en el vértice de las concupiscencias, la "soberbia de la vicia", error del pensamiento y del corazón en descarada rebe– lión contra Dios, que fue el pecado del paraíso, la fascinac ión del endiosamiento en un instante de locura y demencia. R. Guarclini glosa en metafísico apunte la peligrosidad ele este desgarramiento: "En el fondo, no se comprende cómo pudieron sobrevivir en absoluto al momento de la rebelión. El hecho de que no se aniquilaran ahí, sino que permanecieran en vicia y tuvieran historia, fue sólo posib le porque Dios los orientaba a la Redención que habría algún día.. ." El pecado original ha provocado la ruptura de la armonía y belleza del universo y la desintegración de los sentidos cor– porales y las potencias del alma. Ha perturbado la armonía cósmica y la humana con una tipología de seres extraños: el hombre "rebelde", el hombre "roto", el hombre "escindido", 66