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ciertamente, ha agotado los moldes de la estética femenina formando a la mujer perfecta y en el plano espiritual ha sobre– pasado todas las idealizaciones de la perfección. María es ple– nitud de mujer, plenitud de perfección y plenitud de gracia. María ha sido "preservada de toda mancha de culpa origi– nal" en virtud de los méritos previstos de su Hijo. María es La Inmaculada. María es la Purísima por un privilegio singular, por una gracia de excepción, por su unión de vocación y de destino con su Hijo Redentor. María es la Madre de la Reden– ción, en expresión espléndida de Schillebeeckx. "Concebida sin pecado y con sangre redimida". La intui– ción genial de Escoto esclarece los puntos más graves y oscu– ros de la cuestión en su largo camino dialéctico y popular: la universalidad del pecado y la universalidhd de la Redención. Ya hemos visto con qué rigor, con qué profundidad y con qué sabiduría bordó el manto azul de La Inmaculada con su bri– llante planteamiento de la "preservación" de toda culpa origi– nal. Nos queda por ver cómo las cinco rosas rojas de la san– gre del Redentor, derramada por los pecados del mundo, pudieron redimir a la sin pecado. El dinamismo ele la adivi– nación escotista explica con diafan idad la armonía de l proce– so interior, a pesar de su carácter paradójico y sugestivo: María ha sido concebida sin pecado original. María ha sido redimida por la sangre del Redentor, pero de un modo mucho más perfecto y eficaz. No ha sido "liberada" de las cárceles del alma, ha sido "preservada" del pecado y no ha habido nunca motivo para ir a la cárcel. No ha sido condenada a pri– sión y no ha sufrido ni la penuria, ni las vergüenzas ni el peso de las cadenas. Es un caso único -María vive siempre en "estado de excepción"- en la historia de la humanidad por la misma razón de siempre: la lógica de la maternidad, su Hijo, los méritos de la sangre divina "que será derramada" como redención... La flor más bella y fragante , el fruto más rico y sabroso del Árbol de la cruz -fértil árbol ele la ciencia del Bien, de la Belleza y del Amor- es María en los esplendores de su reden– ción personal, el yo total de María -su ser y su existencia- en 61
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