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prueba su incli nación al mal y se sien te anegado por muchos males, que no pueden tener su origen en su santo Creador.. ." El hombre se siente dividido en una lucha dramática entre la luz y las tinieblas, el hombre se nota "corno aherrojado entre cadenas." El pecado "rebaja al hombre, impidiéndole lograr su propia plenitud." Este pasaje bellísimo del número 13 se perfecciona con la presencia personal de Cristo, el hom– bre nuevo, "el hombre perfecto que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado." Cristo es presentado en la línea tradicional más venerable como el nuevo Adán en el número 23 de la "Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual." El "Catec ismo de la Iglesi a Católica", elaborado con el máximo rigor teologal por los mejores especialistas del mundo, afirma expresamente que el pecado original es "una verdad esencial ele la fe." Es una verdad incuestionable "con el mismo sentido y con el mismo significado" de la definic ión conciliar, que zanja definit ivamente el problema. El Catecismo rechaza de plano las interpretaciones moder– nas que no tienen cobertura en las fu entes reveladas y con– vierten el pecado ori ginal en un fenómeno mítico, cu ltural y simplemente sociológico. El pecado original no es - un defecto de crecimiento. - una debilidad ps icológica, - un eJTor, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, - el "pecado del mundo", como síntesis ele los pecados "personales" de cada uno de los hombres ... El pecado está presente en la historia del hombre: "se!Ía vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura realidad otros nom– bres.. ." "El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaj e hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primord ial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cf GS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original 56
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