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las ideologías materialistas. Lo curioso del fenómeno es que condenan implacablemente el mal del mundo, las estructuras de pecado y los males de la humanidad, con un sentimiento trágico de la vida que desemboca con frecuencia en la deses– peranza y en el suicidio. Esta humanidad es esencialmente perversa y el hombre es "un lobo para el hombre." Es una confesión de la culpa desde el más descarado humanismo, sin referencia alguna a la culpabilidad moral, en la lógica del rechazo de Dios y de los valores morales. Sin llegar a esta situación límite. nos encontramos con teo– rías peligrosas de fondo que, por su ambigüedad y por su falta de rigor teológico juegan en la cuerda floja de la sospecha sobre la existencia misma del pecado original o, por lo menos, de la interpretación ortodoxa "con el sentido" y con el "signi– ficado" de la doctrina católica. Y la Iglesia exige la máxima transparencia en una "verdad esencial de la fe." El "Nuevo Catecismo para adultos" (el Catecismo holan- dés) dice textualmente: "La Sagrada Escritura habla del pecado original de manera clarísima en los capítulos 1-11 del libro del Génesis y, sobre tocio, en el capítulo 5 ele la carta a los Romanos." El subrayado es mío. En un pasaje hermoso nos describe el panorama escalofriante de la culpabilidad universal con toda clase de detalles y de pormenores, la historia de pecado del pueblo, e! pecado del mundo. En tiempo de San Agustín - describe- "se dio el nombre de pecado original a esta univer– sal condición pecadora, tal como nos la enseñan la Escritura y nuestra propia experiencia." Y en el mismo contexto, se hacen unas reflexiones que se prestan al confusionismo por su falta de rigor y de precisión doctrinal: "El pecado original es el pecado ele la humanidad en conjunto (incluido yo mismo), en cuanto afecta a todo hombre. En todo pecado personal resuena como acorde fundamental el pecado orig inal." En el pensar armónico de l dogma esta música está clara– mente desafinada porque no concierta con el original de l magisterio, que exige que la doctrina de la Iglesia sea "pro– puesta con fidelidad." Y la fe de la Iglesia es que el hombre 54
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