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maternales y en todo el ámbito del quehacer como destino y misión. Los títulos ele María rayan en lo "casi divino". Los espacios de la participación de la Virgen como "medi adora", corno "intercesora" . como "correclentora" se dilatan hasta lo "casi di vino". La devoción a María tiene sus raíces y su vér– tice en las fronteras de la divinidad. María es una criatura humana, elevada a la categoría personal de Madre de Dios. Frente a esta figura espléndida de mujer, Eva es el antiti– po. En una dial éctica de confrontación, pensadores, teólogos y poetas han recargado las tintas de las sombras, la oscuridad y la tiniebla ele Eva para resaltar más los esplendores ele María. En la noche cerrada son más luminosas las estrellas. Eva ha pasado a ser co rno el símbolo ele una raza triste y angustiada, como la culpable de todos los males que abruman a la humanidad: e l sufrimiento físico en su ex tensa morfolo– gía de cansancio , dolor, hambre, inclemencias del ti empo, los achaques de la enfermedad y la vejez y, en el vértice de la existencia humana, el enigma de la muerte. E l sufrimiento moral está igualmente en la raíz de la culpa original de Eva: la turbación espiritual, la conciencia de pecado, la miseria moral, los remordi mientos, la ve rgüen za ele la propia desnu– dez, el nerviosi smo, el "stress", la angustia existencial. Hay en la literatura de denuncia frecuentes inculpaciones a Eva como causa de malestar físico y moral. En este largo proceso histórico se acusa a Eva ele haber suscitado las cues– tiones que quitan el sueño y perturban el pensamiento: los "porqués" de la rebeldía y ele la duda, del sufri miento ele los inocentes, del triunfo de los malos y el fracaso de los buenos, de l problema mi sterioso del mal.. . De cuando en cuando, los cargos contra Eva revisten un carácter ele claro antifemini smo por su generalización . Se habla de la peligrosidad de la mujer y su poder ele seducción para el pecado y en especial para las tentaciones de la carne. La concupiscencia, la frivolidad, la fragilidad y los bajos fon– dos ele la pasión tienen nombre de mujer... Y en la noche de la culpa, de las dudas y de la soledad bri– ll a en plenitud ele esplendores la estrella ele la esperanza. Las
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