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sido clavada en la cruz, la punta de espacia se ha desclavado del árbol de la vida -como reza un texto viej o- . De pronto, me ha invadido una sensación de asombro. La glosa del pasaje bíblico se me presenta como historia ele la humanidad con su misteriosa mezcla ele culpa y graci a, de angustia existencial y ele espiritual gozo profundo, ele fra– gi Iidacles de cristal y de firmeza de robledal , ele fat iga y de sudores y ele íntima calma en el lago interior del espíritu. De las espigas en flor ele la patrísti ca se han formado las gavillas ele la epopeya, de la inspiración poética, del arte dramático y de l discurso teológ ico. Milton reconstruyó El Paraíso perdido con duras y pesadas piedras de densa arquitectura. Dante lo encarnó en figuras vivi entes de entrañable humanidad, en La Divina Comedia, con Beatriz, esplendorosa figura femenina y guía. Lo "dantesco", lo desproporcionado y excesivo ele la des– grac ia que turba el pensamiento con terrorífi cas visiones ele pesadilla y congela la sangre en las venas hunde sus raíces en el árbol del mal. En este "mar airado" ele la victoria del mali g– no se encrespan las pasiones y rugen como lobos furiosos los pecados capi tales en busca de carne o ele carnaza para su ape– tito insaciable. Es dantesca la escena ele la mujer culpable, arrepentida y deshecha en llanto cuando camina hacia el cles– tieITo. Es dantesca la espacia ele fuego que impide la entrada al paraíso perdido. Menos mal que la mujer nueva -María– convierte la tragedia ele Eva en la divina comedia ele la reden– ción con un futuro ele santidad y ele esperanza cuya madrina de honor es la Vi rgen María. Del papel ele la nueva Eva como ayudante del Redentor en el empeño ele restaurar ]a figura quebrada y deformada ele la mujer pecadora, dice cosas muy bellas Scbeeben, en su Manual ele dogmática católica. Pero, como Newman , bebe en las fuentes límpidas ele la patrística la doctrina del paralelis– mo Eva-María. En rigor, se trata ele remontar la vicia ele María en la dirección de Eva, de recuperar la imagen femenina ele Eva tal como salió ele las manos ele Dios, en su original belle– za. La labor de catarsis y ele creación de María consiste en

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