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virtualmente, un hijo de María. El ser humano es siempre frá– gil barquilla y con esto basta para que María entre en acción porque su "especialidad" son los problemas graves y las cau– sas perdidas. Es en las noches atmosféricas y psicológicas cuando brilla con más intensidad la luz de la Estrella... Si los vientos de la tentación te traen oleadas del fruto fas– cinante prohibido y se te va la mano temblorosa para morder– lo y saborearlo, mira a la Estrella. Si la navecilla de tu alma se cuartea y amenaza naufragio entre los escollos del acanti– lado de la tribulación, llama a María. Si las olas de la sober– bia te lanzan al vértigo del endiosamiento o a la locura de la rebeldía contra Dios, obscureciendo tu inteligencia y pertur– bando la paz del corazón, piensa en María. Si el oleaje de la ambición o de la emulación agita tu pensamiento con fantasí– as de poder y de grandeza, mira a la Estrella, invoca a María. El santo profundiza en la radiografía del espíritu con un sartal de metáforas marinas con la navecilla y el temporal al fondo. Si la ira hace hervir tus venas con la furia de perros rabiosos, si la avaricia te muerde el corazón con saña de vam– piros; si la carne enturbia las aguas transparentes de la pure– za del alma y te oprime con sus pegajosas obsesiones, piensa en María, invoca a María. El pasaje va creciendo en dramatismo cuando relata esta– dos del alma que el santo ha vivido en su larga experiencia pastoral: el recuerdo de las culpas y pecados, la confusión ante los errores de pensamiento y voluntad, el terror ante la idea del juicio divino. La frágil navecilla empieza a ser gol– peada por los ramalazos de la tristeza y los vientos racheados de la desesperación. Es la hora de pensar en María, de invo– car a María. de mirar a la Estrella como única tabla de salva– ción. La intervención medianera de María exige un propósito firme, un compromiso serio de conversión, que lleva consigo el esfuerzo por imitar sus virtudes. María es "ejemplo de vir– tudes", espejo de perfección. Con esta condición de segui– miento, la mediación de la Virgen en la obtención y distribu– ción de todas las gracias no es una "opinión pía", es una cer– teza teologal y el sentir gozoso del pueblo cristiano. 295

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