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rosas alas de águila real. Roto el miedo inicial a los peligros y a las fuerzas hostiles del mal, se fía plenamente de la madre. San Bernardo ha escrito un pasaje de antología que recon– forta el ánimo y esponja el corazón. María abriga y protege la humana fragilidad porque es fuerte como aguerrido batallón frente al enemigo. María ilumina el camino con resplandores de "estrella". María es estrella de caminantes que peregrinan hacia Dios. María es exactamente Virgen del Camino. Éste es el pasaje hermoso de vigor y sugerencias: "¡Oh! Quienquiera que seas el que en impetuosa vorági– ne de este siglo te miras más bien fluctuando entre borrascas y tempestades que andando por el suelo. no apartes los ojos del resplandor de esta estrella, si quieres que no te opriman las borrascas. Si se levantaren vientos de tentaciones, si tropezares en escollos de tribulaciones, mira a la estrella. llama a María. Si fueres agitado por olas de la soberbia o de la destrucción. de la ambición o de la emulación, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, o la avaricia. o el deleite carnal sacudiere la naveci– lla de tu alma. mira a María. Si turbado ante la memoria de la enormidad de tus culpas, confuso a vista de la feal– dad de tu conciencia, aterrado ante la idea del horror del juicio, comienzas a ser absorbido en la sima sin fondo de la tristeza, en el abismo de la desesperación, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir los sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud. No te extravíes si la sigues, no desesperes si la ruegas, no te pierdas si en ella piensas. Si ella te tiene de su mano, no caes; si ella te protege, nada temas; si ella te guía, no te fatigas; si ella te ampara, llegas al puerto; y así en ti mismo experimentas con cuánta razón se dijo: Y el nom– bre de la Virgen era María". (Le. 1,27). La vida es, en sugestiva expresión poética, misterioso mar. Frágil navecilla, el alma. El cine moderno de vanguardia, con su lenguaje de imagen y sonido, siente una especial querencia por el mar no sólo como espectáculo de fascinante belleza sino como metáfora y sugerencia del dramatismo de la exis– tencia humana en las más variadas situaciones psicológicas del vivir. El mar -y el corazón- viven horas intensas de sere- 293

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