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za y su fracaso . An tes de la culpa ilusiona con los fuegos arti– ficial es del placer, la felicidad y la gloria. Luego, le echa en cara el ab ismo de degradación en que ha caído y turba su con– ciencia con el remordimiento y la desesperación. Tenía Dios la razón. Dios tiene siempre la razón . El fruto prohibido ha dejado un sabor amargo y un poso de tristeza y de frustración en el alma. Adán y Eva se esconden en la espe– sura para cubrir sus vergüenzas porque han descubierto su desnudez. Huyen temerosos como perros apaleados, por temor al castigo. Huyen de Dios, que es huir de la felicidad y de la paz. Pero Dios está allí y espera y exige la rendición de cuen– tas. Adán, el pobre Adán, echa la culpa a su mujer, como des– cargando en ella su responsabilidad. Eva, la pobre Eva, denuncia a la serpiente que le engañó. Y Dios sentencia a los culpables con el destierro del paraíso y con la pena de muer– te. El hombre tendrá que sudar para ganarse el pan y la mujer parirá con dolor a sus hijos. Lo que era un paraíso se convierte en un valie de lágrimas. Y en este momento de la culpa y el castigo nace el Proto– evangelio, que es el anuncio esperanzador de que la nueva Eva, María, ha de vencer al que venció a la mujer hac iéndola pecar. La serpiente será "maldita", se arrastrará sobre cuerpo y comerá tierra. El pasaje, estrictamente mariano, reza así: "Yo pondré enemistad (es) entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Esta quebrantará tu cabeza y tú andarás acechando su calcañar." El sentido es que la mujer con su descendencia vencerá al tentador y pisoteará su cabeza, que un descendiente del lina– je de la mujer sa ldrá vencedor del pecado y de la muerte. La culpa de nuestros primeros padres -transmitida por generación a toda la humanidad como herencia maldita- es lo que llamamos el pecado original. Es una marca de famil ia que nos viene de naturaleza y es la raíz de los siete pecados capi– tales. Veamos su monstruosidad en Eva. Eva era una mujer magnífica, impresi onantemente bella, resplandeciente de cuerpo y de espíritu, superdotada con todas las cualidades de la naturaleza. Después de la culpa está desconocida: es una mujer llorosa, con el terror en los ojos desde el crimen fratri- 31