BCCCAP00000000000000000000338

La Asunción de la Virgen en cuerpo y alma a la gloria celestial tiene lugar "cumplido el curso ele su vida terrena". Esta formulación genérica ha siclo deliberadamente intencio– nada para evitar una situación personal partidista en la polé– mica sobre la muerte de María. Las diversas opiniones siguen en tribuna libre en su variada gama de perspectivas y de mati– ces. Los defensores de que María no murió ni tenía que morir esgrimen argumentos basados en la literatura bíblica y en la carencia ele testimonios en la prirnitiYa iglesia cristiana. La muerte -dicen- es la paga del pecado. el fruto amargo de la culpa original. María ha vencido el pecado y la pecaminosi– dad en todos los frentes al ser concebida sin pecado. Luego. nunca estuvo amenazada por la pena de muerte. Por otra parte, no hay pruebas, ni el menor indicio de que la Virgen haya muerto: ni sepulcro, ni tumba, ni monumento funerario. Todas estas circunstancias no tendrían explicación en el caso de una muerte cierta de la Virgen María. La muerte de la Virgen es un hecho incuestionable en otros grupos de opinión. En rigor, la muerte de María no es la pena o paga del pecado en que nunca incurrió por especial privilegio divino. Murió porque el ser humano es mortal por naturaleza, "por la condición de la carne''. En un plano teoló– gico más profundo, murió porque su vocación y destino esta– ban entrañablemente ligados a la misión del Redentor. La muerte física es el vértice de la participación de María en la pasión y muerte de Jesús corno Salvador. La lanza del solda– do que atravesó el corazón del Hijo, dejó malherido el cora– zón de la Madre, que murió de amor. .. Si murió, no parecía muerta, que dormida. Si fue una "Dormición", se despertó en los brazos del Hijo adorado. Desentendido de opiniones y argumentos, me dedico al deleitoso afán de contemplar la Asunción, de El Greco, que es el misterio escenificado con figuras vivientes, en que cada pincelada es un lugar teológico de historia y de vida de la Vir- 251