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como Esposa del Espíritu santo. También en sus manos. como en las entrañas de María, anidaba la blanca Paloma del Señor. En la literatura ortodoxa griega -dinámica. plástica, volun– tarista- María es el "ikon", la transparencia, la verdadera ima– gen del Espíritu Santo. Ciertamente. el buen Dios ha hecho maravillas en María. El Padre se mira complacido en su hija predilecta, que es la perfección suprema de la mujer y de lo femenino. El Hijo la ha hecho a su medida y ha roto el molde único ele su madre. Pero el "acabado··, el toque genial de la obra maestra que es María, se debe al artista divino de la belleza, de la santidad y de la gracia: El Espíritu Santo. María es el gran amor del buen Dios-Amor. ALAS BLANCAS PARA LA BARQUILLA La existencia cristiana. como ideario y programa de acción. es ·'vida'', camino de perfección. proceso evolutivo ele gracia y santidad. La dinámica de la gracia es un progreso de la virtud que exige una tensión de esfuerzo. fatigas y sudores. El cristiano tiene que ejercitarse en las virtudes infusas con un papel activo, como co-protagonista y "estrella invitada". Se trata de una obra divina en colaboración con la actividad humana. La virtud, originalmente gracia divina, se realiza por el hombre en conformidad con la condición humana. Lo que se dice técnicamente "al modo humano". En la dinámica de los dones -infusión y ejercicio- todo es divino. El Espíritu Santo es donante y fructificante. Su actua– ción es directa y absolutamente divina. no sólo en la substan– cia -como sucede en las virtudes infusas- sino también en cuanto al modo, que es divino en todo el ámbito del ser y del quehacer. La metáfora del mar nos acerca a esta experiencia deleito– sa que los místicos describen en las altas cumbres de la unión espiritual como indecible e inefable. Por esta vez, la imagen poética reviste un hecho personal que se presta a reflexiones de hondo calado psicológico y a sabrosas sugerencias de espi– ritualidad exquisita. 245

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