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confusionismo babélico con el lenguaje universal de la gracia y del amor... No es el mosto de las viñas el que ha transformado a estos hombres buenos y sencillos. Es el vino de solera de las bode– gas de Dios que enciende la sangre y se hace pregón de gra– cia y salvación. El Espíritu Santo ha renovado por dentro a los llamados por Jesús y son ya una raza nueva. hombres nuevos con corazón de Evangelio, que predican a Jesús vivo y resu– citado sin miedo a los poderosos ni a las cadenas carcelarias. ni a la confiscación de bienes. ni a los leones del circo roma– no. Raza nueva con el vigor y la fortaleza del viento huraca– nado y la llamarada del fuego en sus corazones. Pueblo de Dios sin fronteras ni alambradas porque ya no hay distinción entre griegos y judíos ni nacionalismos provincianos de vía estrecha. El cronista enumera intencionadamente la universa– lidad de la convocatoria al pregón inspirado por el Espíritu Santo: partos, medos y elamitas, y los pertenecientes a la Mesopotamia, a la Judea y a la Capadocia, al Ponto y al Asia, a Frigia y a Panfilia, a Egipto y a las parles de la Libia. junto a Cirene, a los romanos aquí residentes, a los prosélitos. cre– tenses y árabes... Todos -con anticipación a los nuevos méto– dos técnicos de la traducción simultánea- han escuchado en su propia lengua las maravillas de Dios, con los auriculares de la inspiración divina. El Espíritu Santo desempeña un papel decisivo en la his– toria personal de María desde los años floridos de su adoles– cencia. La Encarnación del Verbo en las entrañas virginales de María se realiza "por obra y gracia del Espíritu Santo". que es Señor y dador de vida. Se encarnó y se hizo hombre en la mente y en la carne de María por la fuerza. la energía y la omnipotencia del Espíritu Santo, que es esencialmente Amor. Esta venida personal sobre María no es tan clamorosa corno la de Pentecostés y nos manifiesta una cara distinta de la fisonomía y de la misión del Espíritu Santo corno "huésped dulce" del alma, como cultivador de las flores de santidad, como sabroso encuentro en la intimidad, como silenciosa paloma de renovación y gracia. 242

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