BCCCAP00000000000000000000338

con especial relieve de la al egoría, la parábola y la compos i– ción métrica. El Evangelio es noticia y pregón, no silogismo abstracto ni lógica de sistema. Estas reflex iones nos dan la clave para esc larecer e l tema apas ionante -que puede resultar conflictivo por marginación o fal seam iento de las perspectivas- del lenguaje mariano que emplean algunos teólogos y que es carac terístico de la devo– ción popular. La misma liturgia, tan seria y comedida en sus expresiones, nos habla ele tallos verdes, de valles floridos, de columnitas ele humos dormidos, de lluvias y primaveras, de fu lguraciones luminosas de sol, lun a y estrellas, de higueras y viñedos para pregonar el mensaje de María. La "peña maria– na", abanderada por la sangre azu l de la genialidad poética, se vuelca en cantares a María con ternura y apasionamiento: en los jardines ele la tierra, María es "Flor ele las flores", en los jardines del cielo, María "si sol, ni luna ni estrellas." El ánge l de la Anunciación celebra la "plenitud" de su gra– cia, anterior a la maternidad divina. La teología la proclama "Santísima". La liturgia canta a la "Purísima". La prima Isa– bel la di stingue como la mujer bendita "entre todas las muje– res". La Igles ia le reza las " letanías", en las que la naturaleza y la gracia compiten en un noble desafío para cantar y coro– nar su figura. Y la misma María contemp la con estupor y gra– titud las "maravi llas", las "cosas grandes" que Dios ha reali– zado en E ll a... Existe una forma entrañable que, a primera vista, suena a paradoja: el recurso espontáneo al "d iminutivo" . El superlati– vo aureola la grandeza, la belleza, la calidad. El diminutivo encarna y manifiesta la ternura y es el lenguaje del corazón en los enamorados, en los niños y en los que conservan tocia la vida la mirada limpia de los niños. Si al diminutivo le añadi– mos el "mío, mía", tan rico en sugerencias, el cuadro del sen– timiento es pe1fecto. Desde esta perspectiva hay que valorar la devoción popu– lar a la Virgen María. El pueblo crist iano sabe mucho ele la Virgen y la ama mucho. Y lo cierto es que la devoción a María -transmitida como una herencia sagrada de generaci ón en 20

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz