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prende y es preciso refugiarse en un sentido profundo de fe. Y es que sin la fe la vocación no tiene sentido. Y la fe es esencialmente obscura, espejo de adivinar en que la imagen de Dios aparece difuminada y borrosa. La prueba es excesivamente peligrosa porque el silencio de Dios puede llevarnos a una situación psicológica de tristeza, desá– nimo y pasividad o a un estado de inquietud angustiosa y per– turbadora. Cuando pasa la prueba de la ausencia "aparente" de Dios, los "vocacionados" se llenan de inmensa alegría... La estrella-vocación sufre apagones con la polución moral del espíritu. Si te dejas seducir por el canto de sirena del ego– ísmo, de la ambición, del afán de protagonismo, adiós estre– lla. Si formas en las filas de los intrigantes y difamadores, adiós vocación. Si azuzas a los perros furiosos de la violencia que hacen hervir la sangre en las venas, dí adiós a la estrella. Si apedreas la imagen del hombre bueno y manchas su honor, adiós vocación. Si en una forma de vida, pobre, sencilla y humilde, haces política de banderías para el personal prota– gonismo y encumbramiento, eres ridículo y farsante. Se aver– güenza la estrella y se tapa la cara: ¿Qué hace un personajillo como éste en un lugar como éste? Los invitados al nacimien– to son la buena gente: gente con señorío y nobleza del cora– zón: pastores honrados y magos de sangre azul, no comer– ciantes del templo. Existen estrechas y curiosas afinidades entre la vocación y la estrella. En tiempos de crisis vocacional, de relajación de costumbres, de desmantelamiento de las bases de la "forma de vida", la estrella palidece o se extingue como una lampa– rilla en la lejanía. Cuando la estrella brilla en todo su resplan– dor, la vida religiosa se hace pujante, dinámica y sugestiva. Si vives en un ambiente amorfo, mediocre y vulgar, rompe los cerrojos y sigue corriendo a buscar la estrella para que te ilu– mine y te dé calor. Nuestra actitud ante la estrella ha de ser siempre de sor– presa, de asombro, de exigencia y de compromiso. Si perde– mos de vista la "novedad" podemos "acostumbrarnos" abriendo el camino a la rutina, a la fatiga y a la pérdida de la 153
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