BCCCAP00000000000000000000338

men. Herodes no vio la estrella. Los profesionales de la reli– giosidad oficial no vieron la estrella... PEDAGOGÍA VOCACIONAL La estrella hace un recorrido original por el desierto, por las altas montañas. por los campos de pan llevar y por los valles floridos hasta posarse en el árbol del destino humano y anidar en sus ramas. La estrella de Dios se posa donde quiere y cuando quiere para señalar con su lenguaje luminoso cuál es mi auténtica vocación en la vida. Pero es un lenguaje que exige una ejercitación larga y laboriosa para ser comprendido y un buen pedagogo que lo explique y lo interprete. Si quieres descubrir la estrella, mira despaciosamente al cielo. La vocación es cosa de Dios que toma siempre la ini– ciativa en todo el proceso vocacional. Es Dios quien llama, quien elige el camino, quien planifica tu proyecto de vida, quien organiza todos los preparativos, quien decide lo que quiere que seas. Y Dios es original y desconcertante en sus designios. Por lo general, no viene en persona a darte el men– saje: "Hijo mío, te he escogido para que te vengas conmigo". No se aparece personalmente para darte la vocación de la fe, ni para comunicarte que quiere que seas médico, piloto de avión o religioso. Ni en los casos de una gracia excepcional se manifiesta con entera evidencia. El mismo San Pablo, des– lumbrado por la luz, tiene que preguntar: "¿Quién eres?". Dios se sirve de mensajeros para comunicar sus partes informativos. El ángel de la anunciación viene "de parte de Dios". igual que los ángeles que pregonan el nacimiento a los pastores, igual que los "carteros'' del Rey, que pueden ser los padres, los amigos, el pobre que llega a casa pidiendo acogi– da, el fraile que predica una misión popular. Con frecuencia Dios nos llama por medio de los acontecimientos providen– ciales: la muerte de un ser querido, la profesión religiosa de un amigo, la visita a un enfermo. La historia de la vocación reviste todas las formas imaginables de la leyenda, de la anéc- 151