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tan su rebeldía contra el único Dios. los soberbios que se encumbran marginando al prójimo. los poderosos que explo– tan a los débiles son alérgicos al resplandor de la estrella. Lo son igualmente los que no tienen tiempo para contem– plar el cielo azul. Están tan enraizados en la tierra que son del todo terrenales: sus pensamientos, sus proyectos. sus ambi– ciones. La preocupación por lo temporal es tan excesiva que les trae en un fatigoso ajetreo y afán. Rechazan con los pre– textos más peregrinos la invitación de la estrella para malgas– tar el tiempo en frivolidades. Los negocios les hacen olvidar el único negocio transcendental. Sudan tanto por ganarse el pan que parece que no valoran el pan de vida eterna. Viven tan obsesionados por la materia que acaban materializados. La estrella pasa de largo por el firmamento de los instala– dos en situaciones de privilegio: el joven del Evangelio no quiso seguir a Jesús porque era rico. El joven era bueno, su comportamiento era bueno desde los años felices de la infan– cia. Pero estaba instalado y no quería renunciar a la vida con– fortable que proporcionan las riquezas. Se quedó sin Cristo porque no tuvo el valor de renunciar a la seguridad. a la abun– dancia y al prestigio social que da el dinero. Le ponía Dios una estrella en el pecho, como un gran honor, y prefirió que– darse de rico ¡Pobre! Los más peligrosos enemigos de la estrella son los cínicos que la toman a broma y hacen burla de quienes la siguen. Son gente con un fondo perverso de agresividad que procuran encubrir con evasiones de desenfado y ele ironía de grueso calibre. Se burlan descaradamente de la estrella y '·regalan el cielo a los reprimidos y a los pajarillos•·. Presumen de vivir "intensamente", lo que en plata se entiende vivir a lo que manden las fuerzas instintivas y las torpezas de la concupis– cencia. Son los obsesivos del sexo que lo manchan todo con su baba pegajosa de lujuria. Son un pingajo humano. Son la vergüenza de la raza humana, una degeneración irracional de la raza. Y la estrella se oculta y desaparece cuando llega a los focos de la hipocresía, de las intrigas, de la ambición y del cri- 150
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