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a los "pacifistas" rompiendo lunas, alzando barricadas, arran– cando cabinas, quemando banderas ... Cuando gritan como energúmenos contra las dictaduras y veneran como paletos y fanáticos a los dictadores de su cuerda "siniestra". Cuando organizan manifestaciones con pancartas y a ltavoces por inte– reses creados de grupo y pandill a y se esc urren como cobar– des en las mi smas circunstancias porgue ignoran la música y la letra de la canción de la justicia y del bien común. La paloma de la paz se arrastra por el suelo cuando, en nombre del "progreso", hay más pobres y los pobres son más pobres. La demagogia progresista ha llenado las call es de parados, de delincuentes y ele pordioseros. La paloma de la paz ll ora amargas lágrimas de sangre cuando los que festejan la abolición de la pena de muerte para ladrones, narcotraficantes y criminales -para los culpables– piden a gritos la pena de muerte para los inocentes, los seres más frágiles y desprotegidos de la sociedad, con el aborto gue es "licencia para matar" en una cultura oscura, turbia y tene– brosa de la muerte. Han matado al ruiseñor. Nos han matado a la paloma de la paz... Nav idad es noticia y pregón de paz. La Paz es un "don" del Niño Dios -siempre en brazos de María-. María es la Reina de la Paz. De nuevo ha hecho diana la intuición genial del pueblo: María, la Reina de la Paz es "la Blanca Paloma", que anida en los corazones buenos, en los hombres de buena voluntad. Uno de los nombres de Cristo, a títu lo nobiliario, es el Príncipe de la Paz. El "es" nuestra paz. La paz bíblica es el sartal de gracias en cadena gue reparten las manos de Dios, "rico en misericordia", generoso hasta el derroche con los gue ama. El Niño Dios firma las paces entre Dios y el hombre con la sangre de sus venas, gue es la sangre de las venas de María. La paz del Niño Dios nos reconcilia en alianza de paces con el Señor. Su bandada de palomas blancas se posa en los palomares del alma, gue queda transfigurada con los esplen– dores de la gracia. Y huye n acobardados los fantasmas de la culpa con las amargas flores del mal: los remordimientos de 139

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