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sus rasgos más caractenst1cos: una fe ardiente que acepta a Dios y las razones de Dios y se traduce en vida sobria, justa y piadosa. Dios es incuestionable. Dios lleva siempre la razón . La lógica de la fe engendra en su dinami smo existen– cial la confian za plena en Dios que se desvive por sus hijos y los guía providenc ialmente con cuidados de madre. De aquí la plena segu ridad y la alegría contagiosa del pueblo sencillo, que se abando na amorosamente en los brazos de Dios, que viste a los lirios del campo y alimen ta a los pajarillos en los trigales de su bondad. Dios es incuestionable en la psicología popular. Y, sin embargo , "v ino a los suyos y los suyos no le reci– bieron". Esta actitud de franca hostili dad dec ide el destino tempo– ral y eterno del hombre. El diagnóstico de l evangelista Juan es estremecedor: no le recibi eron " porque sus obras eran malas", y la sola figura de Jes ús les encres pa y enfurece con la denunci a de su mala conciencia y de su perversidad moral. La figura y el mensaje del Libertador se hacen impopulares cuando median la envidia, la crispación y el resentimi ento. Esta situación es irracional, puesto que no se basa en la lógi – ca, ni en las razones de la inteligencia, ni en las exigencias del pensamie nto , sino en el grito de las pasiones instintivas. La negac ión de Dios no adopta siempre esta forma de agresividad. A veces se di sfraza de apariencias más civiliza– das , pero en el fondo de todo agnosticismo hay notables dosis ele autosuficiencia, de arroganc ia y de complejo de superiori– dad. Se trata de hacer impopular, discrecional y desfasada la praxis religiosa, como si fuera un fenómeno arcaico y si n vigenci a en la modernidad. Dios no cabe en su cabeza de "intelectuales" por lo cual se desentienden de Él o lo niegan con argumentos de "carrito de mano", o con pruebas de labo– ratorio. Si hay alguien con conciencia clara de la infinita des– proporción entre Dios y la criatura es el filós ofo católi co. No se puede meter el inmenso mar en la frági l y diminuta concha del pensami ento. Pero existe el mar. .. y el hombre culto se recrea admirando la grandeza y la belleza del mar. 135

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