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- Me habéis pedido con insistencia un libro sobre la Vir– gen María, que res ponda a las preguntas, a las preocupacio– nes y a las exigencias del hombre moderno en la temática y en las formas de expresión. Un libro denso de contenido y bello de estilo. Una historia y un mensaje. Me siento muy honrado con ese voto de confianza y espero no defraudaros con un exceso de limitaciones personales. Mi labor ha sido de abeja colmenera en vuelo para "fabri– car la blanca cera y la dulce miel" de los panales de la mejor mariología: Vidas de María, tratados dogmáticos, estudios exegéticos, congresos marianos, Autos Sacramentales, devo– c ión popular, música clásica y folklórica ... En el cuadro de honor de mis saberes y experiencias cen– trados en María figuran los cu ltivadores de la belleza estética en todas sus formas. Los que han sabido infundir aliento vital y estremec imiento transcendente en su recreación de la per– s<rna ele María en la piedra, en el barro, en la madera del bos– que, en el mármol, en el cristal y el verso. Se me llenan ele luces los ojos, me escuecen las lágrimas, se me ensancha el espíritu contemplando la labor de orfebrería de las vidrieras de mi catedral leonesa, álbum entrañable ele la existencia y vida de la Virgen a plena luz de gracia y ele misterio. Me regodeo con la escenificación dramática de "La Hidal– ga del Valle", turgente de sugerenci a franciscana. Es una gozada perderse por los parques florido s de la poesía maria– na, releyendo los poemas "De la vida de María", ele Rilke. Se me para el reloj cantando a la Señora con la vibración, la belleza y la ternura de Fr. Luis, de Cervantes, de Quevedo, Luis Rosales, Unamuno.. . Soy viajero empedernido -peregri– no ele la Virgen- por las pinacotecas del arte mariano -Rafael, Ribera, Murillo, El Greco, el divino Morales, Leonardo da Vinci, Zurbarán ...- Como botón ele muestra, el Evangelio de la infancia lo celebro gozosamente releyendo a Lucas y embobado ante el cuadro de la Anunciación, de Fra Angélico, a los acordes musicales del Ave María de Schubert. "Virgen pura si el sol, luna y estrellas?" El acierto de Gón– gora, en un momento de intuición geni al, ha sido pleno no 18