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todos los niños, tan frági l que puede romperse con los rigores del temporal, tan sensible al viento frío de la indiferencia como a los rayos tibios de la comprensión y de la ternura. La canción de cuna es sedante, melodiosa y sugestiva. Serena el espíritu y ahuyenta a los poderes del mal que se refugian en la espesura de la noche. El Niño se hace el fuerte con la fortaleza materna que le defiende de todos los peligros de dentro y de afuera. Por los ventanales del espíritu entra la melodía mágica de la "Nana", de Glinka, en la que María pone en fuga a los lobos de la noche y arrulla al Niño con una cascada de requiebros: "precioso Niño, tierno Pocholo.. ." En los brazos de La Gitanilla el Niño se ha dormido en un sueño más real que la vida misma. Es un sueño de arrobamiento y de ensueño, del que nunca nos gustaría despertar. Es un sueño en plenitud de gozo y confianza... La devoción popular se ha hecho liturgia, plegaria y can– ción al Niño Dios, que es el Señor, Dios con nosotros. Jesús es el Salvador, nacido de entrañas de mujer, que para eso ha venido al mundo y ha fijado su tienda entre nosotros. Este Niño se ha hecho semejante a nosotros, es uno de los nues– tros, ha tomado nuestra "forma" humana y va a vivir la expe– riencia existencial del dolor y del gozo, de la alegría y del llanto, del trabajo y del descanso, de la tentación y de la ple– garia, de la soledad y de la esperanza, de la amistad y de la traición. Es el Salvador porque con su vida y con su mensaje da sentido a la existencia y razones para vivir y para esperar, - ilumina el camino del hombre nuevo mediante una nueva creación en gracia y santidad, más admirable aún que la creación primera, - liberta a los cautivos de las "cárceles del alma", rompe las cadenas de las prisiones del instinto y de las pasio– nes de la carne que lucha violentamente contra el espí– ritu. - dis ipa las tinieblas de la noche de la culpa, pone luz en las nebulosas de la duda y del pecado, limpia las man– chas oscuras del escepticismo, - descubre la mano providencial de Dios en todos los 132