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HAN PASADO LOS SIGLOS con sus ciclos atmosféricos y la sucesión de civilizaciones y culturas en la historia del universo y de los hombres. El Verbo encarnado ha sido "ruina y salvación" para la humanidad. Cristo Jesús ha sido el prota– gonista de la historia. Los teólogos han defendido la divinidad y la humanidad de Jesús. Los discípulos han predicado el Evangelio por todo el mundo y a toda criatura. La vida cris– tiana pasa por etapas de crisis dolorosas. Los cristianos duer– men o están excesivamente angustiados por cuestiones terre– nales. Y en esto llega Francisco de Asís, el Pobrecillo, con lo que llaman Chesterton, Papini y Kathanzakis, "la nueva floración primaveral del Evangelio". San Francisco quiere avivar el misterio del Nacimiento y lo hace de un modo original y genial, con la pedagogía de la imagen, con el lenguaje popu– lar que entra por los sentidos y penetra en lo más íntimo del corazón. No quiere recordar, quiere revivir el acontecimiento histórico de la Navidad. No Ie bastan los argumentos teoló– gicos, ni la investigación científica ni las pláticas piadosas. Es un juglar de la bienaventurada Virgen María, que nos dio al Salvador, y apasionado del estilo dramático, de la representa– ción escénica, del dinamismo de la acción y de la vida. Y reconstruye el Nacimiento con figuras vivientes y en carne viva, como el original de Belén. El "misterio" es el centro vital de la devoción, como en Belén. Hace el papel de la Vir– gen una mujer, una muchachita del pueblo, como en Belén. Cantan los devotos con una participación activa de ofrendas. Como en Belén. San Francisco es el "inventor" del Belén y del Nacimien– to que ha calado tan profundamente en nuestra psicología y en nuestros hogares. La pastoral dinámica, original, creativa tiene que hacerse al vivo, con figuras vi vientes... 122
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